Semana Santa en Córdoba

Córdoba cuenta con un sinfín de opciones para disfrutar y descubrir, a través del paladar, la identidad cultural de su pueblo. Nuestra provincia abre sus puertas a los turistas para que descubran su potencial y su patrimonio gastronómico, para que saboreen los productos de estas tierras, para que conozcan los ciclos productivos y valoren las tradiciones locales y el amor depositado en la elaboración de cada alimento.

Para organizar sus rutas gastronómicas, Córdoba ha partido de la base de considerar a los alimentos regionales como parte importante de su patrimonio cultural, ya que el consumo de alimentos es siempre un hecho cultural y cuando este se produce durante periodos de vacaciones, se transforma en un componente nostálgico que muchas veces perdura en nuestros recuerdos para siempre. Por lo tanto, la combinación del turismo con la gastronomía ofrece la oportunidad de adherir mayor valor a los productos y producciones regionales.

Dedicada históricamente al cultivo de frutas, vid y a la elaboración de embutidos, esta zona presenta un mundo de sabores tan variados como el colorido de sus paisajes.

Los paladares de los visitantes no podrán resistirse a la tentación de sentarse a la mesa en alguno de los restaurantes y parrillas de la región, donde la vedette es el cabrito de Quilino, sin dejar de lado el sabor de una buena picada con salames, quesos y jamón crudo.

Paladares satisfechos

Los platos autóctonos norteños, como la humita, locro, empanadas y la carne a la bandeja, se complementan con hierbas aromáticas, miel y licores, ideales para acompañar lun atardecer de bellos paisajes.

Entre los productos que se destacan está el vino, el salame (y los chacinados en general), el queso de campo, las conservas de caza, el azafrán y el quesillo de cabra. También, los derivados de la leche de cabra, como licores, dulces y caramelos. A su vez, hay mermeladas de frutos orgánicos (higos, duraznos, tomate, zapallo, etc.) y producción de cítricos, tuna y miel. También, se suma la algarroba y el mistol, las truchas con crema y los hongos de pino, protagonistas en cualquier plato gourmet.

Entre las preparaciones, la picada de fiambres aparece como la estrella de la región. Por su parte, para esos días de invierno donde el frío pide un plato abundante, la cocina clásica italiana (pasta, fricco, roñosa, polenta bianca, etc.) es un imperdible. Vale recordar que aquí son muchas las familias que conservan el estirpe de sus raíces italianas y lo reflejan en sus comedores.

¿Otros imperdibles? Los escabeches, cabritos a la llama, colaciones y el arrope de tuna y de chañar. Para todos los gustos, también hay dulces orgánicos, alfajores artesanales y conservas de hongos.